Suboficiales del Ejército: una estructura clave que exige mejoras reales
En los últimos días, ha salido a la luz un dato preocupante: la escala de suboficiales del Ejército Español presenta la tasa más alta de divorcios dentro de las Fuerzas Armadas. Esta realidad, lejos de ser una mera anécdota, es el reflejo de una estructura profesional que necesita ser revisada y reformada. Más allá del plano personal, se pone de manifiesto un problema estructural de fondo: los suboficiales cargan con muchas responsabilidades, pero cuentan con pocos alicientes profesionales a largo plazo.
- Una carrera con escaso incentivo al ascenso

Este diseño de carrera desincentiva la ambición profesional dentro de la escala de suboficiales. Si el esfuerzo, la formación adicional y los años de experiencia no suponen una mejora clara en el día a día, es lógico que muchos suboficiales no vean atractivo en prolongar su carrera más allá de lo imprescindible. La motivación se diluye, especialmente cuando se compara con el desarrollo profesional de los oficiales.
- Una figura clave para el funcionamiento del Ejército
Lo paradójico es que los suboficiales son columna vertebral del funcionamiento diario de las unidades. Son quienes tienen el contacto directo con la tropa, quienes ejecutan, supervisan y controlan que las órdenes se lleven a cabo de forma eficaz. Son líderes tácticos, instructores, enlaces entre escalas... y muchas veces, también consejeros y referentes humanos para los más jóvenes.
Sin embargo, su valor estratégico no se ve correspondido con una carrera profesional que los incentive, reconozca y fidelice. Esto no solo supone una pérdida de talento a medio y largo plazo, sino un riesgo para la cohesión interna de las Fuerzas Armadas.
- La dimensión personal: traslados, inestabilidad y rupturas familiares

A esto se suma el impacto personal. Como explicaba recientemente un antiguo miembro de las FAS en redes sociales, los suboficiales sufren más que nadie los efectos de los continuos traslados, en especial si su pareja trabaja o si hay hijos en edad escolar. La falta de estabilidad se cobra factura en el entorno familiar, y el resultado se ve en una estadística clara: son la escala con más divorcios.
Pero esto no debería entenderse como un fallo individual, sino como la consecuencia de un sistema que no está facilitando la conciliación personal y profesional en un colectivo fundamental para las FAS.
- Efecto disuasorio en la tropa: ¿merece la pena ascender?

La situación actual de la escala de suboficiales no solo afecta a quienes ya forman parte de ella, sino que también tiene un efecto directo en la motivación de la tropa profesional que aspira a desarrollar una carrera militar estable. La falta de incentivos claros y diferenciados entre los distintos empleos de suboficial, unida al desgaste personal y familiar que acarrea este rol, ha convertido el ascenso a sargento en una opción cada vez menos atractiva para la tropa profesional que debe pasar una oposición y realiar años de academia para poder entrar en la escala de suboficiales como sargento.
En años anteriores, ingresar en la AGBS era el camino natural para el militar profesional que quería consolidar su futuro dentro de las Fuerzas Armadas. Hoy, sin embargo, muchos profesionales con años de experiencia y buena vocación militar optan por cambiar de cuerpo, buscando salidas en instituciones como la Guardia Civil, la Policía Nacional o incluso cuerpos de policía local, donde las condiciones salariales, laborales y de conciliación resultan —según testimonios recurrentes— mucho más favorables. Cómo será la cuestión que hasta suboficiales con años de experiencia piensan que ganarían en casi todos los campos si se pasasen a otros cuerpos de la Fuerzas de Seguridad, aunque tuviesen que empezar de cero.
Este cambio de tendencia genera un efecto de vaciamiento de talento: tropa bien formada, con experiencia en misiones y liderazgo sobre el terreno, que decide abandonar el Ejército porque no percibe un horizonte motivador en la escala de suboficiales. El resultado es doblemente negativo: pierde el Ejército y pierde el propio modelo de carrera militar que, con cada renuncia, se debilita un poco más.
Si el Ministerio de Defensa no aborda con urgencia esta cuestión, corre el riesgo de perder a una generación entera de militares profesionales valiosos, y con ellos, la continuidad del modelo de suboficial como pieza clave entre la oficialidad y la tropa.
- ¿Qué puede hacer el Ministerio de Defensa?
El Ministerio de Defensa tiene en sus manos la oportunidad de corregir una de las grandes asimetrías del sistema de escalas militares. Algunas medidas necesarias podrían ser:
- Tener más en cuenta lo que ASFASPRO (Asociación Profesional de Suboficiales de las FFAA) les señala. Actualmente la ministra ni acude a las reuniones y los representantes de los Suboficiales son ninguneados.
- Revisar el modelo de ascensos y dotarlo de verdaderos incentivos funcionales y económicos.
- Crear vías de especialización reconocida dentro de la escala de suboficiales.
- Ofrecer mayor estabilidad en los destinos y planes de conciliación familiar efectivos.
- Ampliar programas de apoyo psicológico y acompañamiento personal para quienes sufren el coste emocional del servicio.