La UME en primera línea: compromiso total frente al fuego

En las últimas semanas, la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha intensificado su labor en respuesta a múltiples incendios que amenazan diversas comunidades autónomas. Actualmente, se encuentran desplegados unos 3.400 militares, de los cuales 1.400 están en ataque directo y aproximadamente 2.000 en tareas de apoyo logístico, complementados por 450 medios técnicos.
Escala y despliegue operativo
Desde el inicio de la campaña de lucha contra incendios, que este año comenzó antes de lo habitual, la UME ha intervenido en al menos 13 emergencias, entre incendios forestales y otras crisis como inundaciones. El despliegue de sus efectivos refleja la capacidad de reacción rápida y el alto grado de especialización alcanzado desde su creación en 2005.
Contexto crítico: incendios sin control

España enfrenta una situación extrema con 19 grandes incendios activos que han devastado más de 115.000 hectáreas, principalmente en Extremadura, Galicia y Castilla y León. Solo en Galicia, el mayor foco en Chandrexa de Queixa ha consumido más de 17.000 hectáreas. Ante esta emergencia, se han movilizado también medios aéreos, brigadas helitransportadas y fuerzas de seguridad, en una operación conjunta que busca contener los efectos de una campaña especialmente dura.
Alta exposición institucional
La magnitud de la crisis ha situado a la UME en el centro de la atención pública. El rey Felipe VI visitará el cuartel general de la unidad en Torrejón de Ardoz acompañado por la ministra de Defensa, Margarita Robles, para conocer de primera mano la coordinación de los efectivos desplegados. Al mismo tiempo, el Gobierno ha insistido en que todos los recursos disponibles están ya puestos en marcha para hacer frente a la emergencia.
¿Más unidades del Ejército?
En los últimos días se ha planteado la posibilidad de recurrir a otras unidades del Ejército para reforzar la lucha contra los incendios forestales. Sin embargo, la UME es la única fuerza específicamente formada y equipada para intervenir en catástrofes naturales, lo que incluye tanto la extinción de incendios como la gestión de inundaciones u otros desastres. Otras unidades del Ejército de Tierra pueden ser movilizadas en funciones de apoyo logístico o de presencia, pero su preparación técnica en extinción es limitada, por lo que su empleo directo en estas tareas no resultaría tan eficaz. La respuesta especializada de la UME se ha consolidado como el modelo óptimo de actuación desde su creación en 2005.
La prevención, un reto pendiente

Más allá del esfuerzo desplegado en la extinción, la situación actual pone de relieve la importancia de la prevención. Tras una primavera anormalmente húmeda, la vegetación creció de forma excepcional, lo que aumentó el riesgo de grandes incendios durante las habituales olas de calor del verano. Era previsible una gran exposición a fuegos incontrolables si no se actuaba con medidas de limpieza y preparación del monte. Sin embargo, estas labores preventivas no se realizaron de forma suficiente, en parte por las estrictas normativas medioambientales que dificultan y en ocasiones sancionan las tareas de desbroce. Resulta paradójico que el medio ambiente termine viéndose gravemente dañado por leyes concebidas precisamente para protegerlo, seguramente habría que replantearse esas leyes de protección que consiguen justo lo contrario: destrucción y sobre todo invertir mucho más en limpieza y prevención.
España gasta mucho menos en prevención que Grecia y Portugal

Un informe reciente de la Unión Europea evidencia que España ha destinado apenas 221 millones de euros procedentes del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) a medidas contra incendios, muy por debajo de los 837 millones invertidos por Grecia y los 615 millones por Portugal, pese a que nuestro país tiene una superficie significativamente mayor.
Esta disparidad sigue a una tendencia preocupante: entre 2009 y 2022, la inversión pública en prevención de incendios en España se ha desplomado más del 50 %, pasando de 364 millones a 176 millones de euros, mientras el presupuesto destinado a extinción se ha mantenido en torno a los 417 millones. A su vez, según Eurostat, España dedica únicamente el 0,4 % de su gasto público total a la lucha contra incendios, por debajo de la media europea del 0,5 % y lejos de países como Grecia o Alemania.
En resumen, la descompensación entre prevención y extinción, junto con los escasos recursos comparativos, subraya la urgencia de revisar la estrategia nacional para evitar catástrofes futuras.
Conclusiones
La actuación de la UME en estas semanas refleja su alto nivel de preparación y eficacia, consolidándose como el principal recurso de respuesta frente a grandes emergencias.
Sin embargo, la magnitud de los incendios pone de manifiesto que la lucha contra el fuego no puede basarse únicamente en la extinción. La prevención, con una gestión adecuada de los montes y una inversión proporcional a los riesgos, es la herramienta clave para evitar catástrofes como las que estamos viviendo. España sigue destinando la mayor parte de sus recursos a la extinción, mientras la inversión preventiva se mantiene en niveles bajos, a diferencia de otros países de nuestro entorno que equilibran mejor ambos aspectos. El reto de futuro pasa por combinar la capacidad de intervención inmediata de la UME con una estrategia sólida y sostenida de prevención que reduzca la vulnerabilidad de nuestros bosques y garantice la protección real del medio ambiente.
También podría ser interesante ampliar las capacidades de la UME, antes que utilizar otras Unidades del Ejército no preparadas para actuar en estos campos, pero eso también entra dentro de la prevención, que es lo que más falla en la política en este campo y en otros durante los últimos años.